Las compotas de los años 40 del siglo XX no iban tan ilustradas como en la actualidad.
En los pueblos pequeños de la montaña alavesa se tenían que valer de los productos de la tierra ya que la comunicación con centros mejor abastecidos o con la capital no era frecuente, se iba de vez en cuando y cuando un vecino se tenia que trasladar a la capital iba con una lista de pedidos que le hacían los vecinos.
Así que la compota se hacia con manzana, pera, alguna ciruela secada envuelta en papel, higos secos y todo ello cocido en vino con canela y azúcar para endulzarla. El azúcar la justa, sin pasarse ya que también el azúcar iba escasa.
Una señora me dijo que el dulzor se lo daban, cuando no había azúcar, con mostillo, que era una reducción de jugo de uva sin fermentar que por concentración quedaba muy dulce y era lo que añadían a la cocción del vino con la fruta.
Como veréis una compota sencilla pero, la verdad, la he hecho utilizando solo estos ingredientes y queda muy agradable.
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